Para quienes todavía dudan de que pueda existir un ratón fluorescente como Protón, la noticia es que científicos coreanos crearon ahora unos gatitos fluorescentes. La idea es demostrar la tecnología del uso de la bioluminiscencia en las investigaciones de biomedicina (la gente que estudia cómo funcionan las enfermedades dentro de nuestro cuerpo, para crear nuevos medicamentos).
Mejor, dejemos que nos lo expliquen los mismos aventureros, en DETECTIVES DEL ADN:
"Todos formaron un corrillo alrededor de la niña y cuando esta abrió las manos, los demás soltaron una exclamación. Un pequeño ratón blanco con las orejas, los ojos, la cola y las patas verdes limón fosforescentes daba vueltas nerviosamente tratando de escapar.
—¿Está pintado?
—¡Es genial!
—¡¡Nunca había visto un ratón así!! ¡¡No está pintado, es de verdad!!
—¡Súper! ¡Dámelo a mi!
—Abi, esto es imposible —rió Lucas tomando el ratón por la verde y reluciente cola. La criatura parecía salida de un circo—. ¡Es como arte de magia!
—Parece un ratón eléctrico, o mejor aún: radiactivo —bromeó Simón.
—En realidad sí, es como arte de magia —dijo Abi tan fascinada como los chicos—. Es la magia de la ingeniería genética. Cuando este pequeño ratón era apenas una célula, los científicos le insertaron un gen dentro de su ADN. Este gen provenía de una especie de medusa bioluminscente, es decir, un animal que produce su propia luz...
—Como las luciérnagas, pero en el mar —interrumpió Juana que era considerada como la autoridad del grupo en cuestiones marinas.
—Eso es —continuó Dan estirando el brazo como un puente para que el ratón caminara hasta él—. Pues ese gen es la receta para que el cuerpo de la medusa produzca un sustancia química que se ve verde fosforescente bajo la luz azul o ultravioleta. Se llama Proteína Fluorescente Verde. Y ahora la podemos insertar entre los genes que estamos estudiando. De esa forma, cuando necesitamos visualizar un gen para tratar de estudiar la causa de alguna enfermedad, en lugar de hacer complicadas pruebas, sólo tenemos que colocarlo bajo luz azul y buscar el lugar donde hay un resplandor verde.
—Es como si atáramos una linterna en la cabeza de tu perro en medio de la noche— aclaró Abi—. Incluso en la oscuridad total, lo puedes localizar.
Los cuatro rieron ante la idea. Dan le colocó a Isabel el ratón sobre su propia cabeza, provocando la hilaridad general. Parecía como si la chica tuviese un elegante moño de puntas verdes que no cesaba de moverse.
—Otra forma de imaginarlo es como si tuviéramos un marcador de colores de esos para resaltar textos, que subraya la palabra que escribiste mal —explicó—. Y ahora la proteína fosforescente se hace sintéticamente y viene también en tonos azul y amarillo. Este descubrimiento se ha convertido en una de las herramientas más valiosas de la genética... —dijo rascando la cabecita del ratón con el dedo índice—. Este pequeñín lo fabricamos como una muestra de lo que se puede hacer con esta tecnología. Deberían haber visto el que le regalé a mis hijos la semana pasada: su pelo resplandece con un suave azul eléctrico —sonrió con benevolencia—. Pero este es especial porque fue el primero que hicimos en el laboratorio. Le tomamos mucho cariño.
—¿Y cómo se llama? —preguntó Isa pasando un dedo tras las orejas del animalillo.
—No lo sé. Lo tendrás que bautizar tú misma: es tuyo. Ya es hora de que se retire a vivir con una familia normal. La vida de un ratón de laboratorio no siempre es muy cómoda, ¿sabes?
La niña lanzó un gemido de emoción y levantó a la criatura con ambas manos hasta tenerla al nivel de los ojos.
—Te llamarás Protón —dijo recordando la dificultad que había tenido en su primera clase de química para aprender las partes de un átomo—. ¡Ahora ya no se me olvidará que protones es lo que hay en el centro! ¿Sabes que tú y yo compartimos el 90 por ciento de los genes? —le dijo cariñosamente al roedor.
—¡Con razón te gusta tanto el queso, Isa! —bromeó Juana.
—Lo que nos faltaba: Isa tiene ahora un ratón atómico —dijo Simón con las manos en la cadera—. Sólo recuerda esconderlo cuando Sputnik venga de visita —añadió refiriéndose a la gata de Juana que era pequeña pero rápida como una centella”.